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A ta que de los arenales de a Arabia salié un profeta falso que fundé un imperio y dominéd medio mundo y estuvo combatiendo por espaciode siete siglos, pa- ra ver si podia ahogar en el Occidente aquella civili- zacion cristiana que habia planteado la misma Igle- sia, asi como habia ahogado en Oriente los gérmenes de esa misma civilizacion arrojados alli por el wismo Jesucristo y por sus Apdéstoles. Pero el Occidente pu- so al fin un murode hierro 4 los furores del alfanje de Mahoma, librando asi 4 la Iglesia de los ataques enearnizados de sus enemigos exteriores, y prome- tiendo asu santa madre los reyes que ella habia edu- cado, que con su cetro y con sus huestes la defende- rian de euanietta inhale apni ae om ee a — molestarla, ia . . Blanea, hermosa y sin denaaslarisse‘ hihious dicho ipillenttvenbs i dejarse ver la Iglesia, cuando habia extendido su dominacion suave y pacifica en todos los reinos, que habia educado en la ley de su Esposo celestial; pero no era asi; pues aquellas mismas ban- deras que ella habia bendecido y entregado & reyes ilustres, para que bajo su sombra peleasen ellosy sus ejércitos contra los enemigos de la cruz, se ha- bian de convertir en pendones con que se militase contra ella. Una nuevay mis entristecedora negrura tenia que sombrear el hermoso rostro dela madre es- piritual de los hombres; porque cuando la movian guerra los paganos y los infieles, el crimen era el de los bandoleros, cuando los herejes, lo era de los ase- sinos, mis ahora era el de los parricidas. Y jdesgra- cia lamentable! Fucles cayendo en suerte este aten- tado 4 estandartes unicolores, a pabellones bicolores, é banderas tricolores, gloridndose todos, sin embar-

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