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Y. infame de su soñada libertad. ¡Oh, si saliesen de sus sepul- cros los insignes Fundadores de tantas Casas Religiosas, que dejaron enriquecidas á sus expensas, consagrando á estos ob- jetos piadosos sus industrias y el fruto de sus sudores, y vie- ran el estado de ruina en que han venido á parar! ¡Si viesen demolidos aquellos edificios: que formaron su- gloria y sus de- licias; si registrasen echados por tierra por mano atrevida tanto altar, tantas Imágenes, y olvidadas tantas memorias como dejaron establecidas en favor ya de los pobres, ya de sus mismas almas! ¡Ay! Regarían con lágrimas las piedras del Santuario que miramos esparcidas por todas parles. Mién- tras que estos horrores ha experimentado, no digo la España, sino la Europa entera toda, por las maquinaciones del filoso- fismo para socabar Tronos y Altares, ¿cuál ha sido la suerte del Beaterio dela Santísima Trinidad? ¿Qué ha experimen- tado la fandacion quela Madre Isabel dejó bajo el solo am- paro de la Divina Providencia? ¿Llegó á ella la espada fran- cesa? ¿Ha extendido su mano destructora la filosofía para ex- tinguirla y perderla? ¡Oh pasmo! ¡Oh asombro! ¿Quién, Dios mio, no confesará á gritos tu Santa y adorable Bondad? ¿Quién no alabará tu paternal cuidado con aquellos que te tienen á tí por su único patrimonio? Es verdad, la Casa de la Madre Isabel ha tenido sus al- teraciones y decadencias. ¿Cuál es la institucion humana que no las ha tenido? Pero léjos de haber venido á tierra este her- moso Establécimiento en los aciagos dias del trastorno gene- ral de nuestra amada Pátria, los mismos enemigos de nues- tra folicidad, los franceses, que todo lo saqueaban y robaban, impusieron derechos sobre algunas cosas del abasto público para sostenerlo, compadecidos, en medio de su fiereza, de aque- las niñas desvalidas. Los anarquistas, que tantas lágrimas hicieron derramar con su soñada libertad é independencia, oprimiendo al mismo tiempo al Monarca y al vasallo, é insul- tando á todas las clases de la sociedad, sin que el mismo Dios estuviese á cubierto de sus sarcasmos é insolencias; estos hom- 4 a : ; h. 2 y , 4

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