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pe — Di — que con frecuencia perecen viajeros ahogados en medio de las ondas; no ignora que Méjico dista de nuestro continente más de mil leguas; por otra parte, mo sabe cuál será el resultado de esta expedicion; sin embargo, cierra sus oidos á cuantasidéas puede inspirarle el tentor, y sólo atiende á que es forzoso bus- car de comer á sus niñas. ¡Oh caridad heróica y lo que pue- des cuando llegas á inflamar el corazon humano! Á la Madre Isabel no le estorba el vérse una jóven sin experiencia del mun- do; que jamás habia salido de Sevilla, y que era tan infeliz que en su compañía no habia de llevar más que la pobreza y los trabajos; que iba á verse cercada de marineros y de distintas clases de hombres que, animados de la pasion del interés, cui- dan poco de la. virtud y del temor de Dios. Á ella nada le intimida, nada le acobarda, nada la detiene. La Madre Isabel abraza á sus compañeras, sale de Sevilla, vá á Cadiz, se em- barca, nó como Jonás huyendo de la cara del Señor, sino co- mo otro Elias, conducida y arrebatada por la encendida car= roza de un amor santo. Éste no la deja sosegar, la saca de su país y la lleva á cumplir los designios. del Altísimo. Anda, Isabel, atraviesa los anchurosos mares; pasa por medio de ries+ gos y de escollos, truene sobre tu cabeza el rayo desolador, vengan sobre tí las encrespadas.olas, y las tempestades enfu- reédas; pero cuando llegues al Nuevo Mundo dile á sus ha- bitantes que la Caridad tiene sus héroes, nó que conquiston colonias como Hernan Córtés, ni que lleven' delante de sí el cañon y los aparatos de la muerte, sino que saben emprender navegaciones peligrosas sólo por la gloria de Dios. Yá está Isabel enmedio de los mares; el Ángel del Señor baja de los altos Cielos para'acompañarla; los vientos silban sobre ella, pero la respetan; los mares conducen gustosos sobre sus olas inquietas este prodigio de la caridad. Vedia allí. Yá ha llega- do al teatro de las riquezas y del lujo. Ella se presenta con= fiada al Cabildo Eclesiástico, que entónces se hallaba.en Sede vacahte gobernando el Arzobispado; suplica humildemente se le dé el permiso para pedir limosna en todas partes, y ayu-
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