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== YO == hiciéreis con el menor de mis hermanos. (1). Estas cortas palabras han hecho practicar más obras buenas en obsequio de los desvalidos, que las que podrian pagar todas las rique- zas de una opulenta nacion. Áun cuando nuestra santa Re- ligion no tuviese otro título que la recomendase que el cuidado con que vela sobre la conservacion de los hombres, sería su- ficiente para dejarse querer y respetar. El celo por los niños desvalidos no tiene ejemplo fuera del Cristianismo, y se halla muy débilmente imitado en las comuniones separadas de la Iglesia Romana; prueba evidente de que la politica y la hu- manidad no harán jamás lo que inspira el Evangelio: él es el que nos hace sentir el precio de una criatura viviente consa- grada á Dios por el Bautismo, miéntras que en la China se dejan perecer todos los años sobre. treinta mil niños desam= parados (2). Volvamos los ojos sobre la Madre Isabel. Hasta ahora no la hemos visto más que como una pequeña fuente semejante á la que vió en sueños Mardoqueo; pronto la miraréis con= vertida en un sol hermosisimo que ilumina á toda la Ciudad. Ella observa que los medios para subsistir con sus hermanas y niñas, no están en proporcion con sus necesidades: ve que le es imposible concluir la casa; ve tambien que, segun los re- cursos ordinarios, no puede llevar adelante su pensamiento. En este apuro ¿qué hace? ¿qué resuelve? ¿acaso desistir? Lé- jos de Isabel semejante debilidad. Apoyada en su Dios, llena de gran confianza, y después de haber oido su voz en la ora- cion, determina embarcarse y pasar á las Américas. Poco im=- porta que su naturaleza se estremezca y amedrente con lo que la imaginacion le propone, poco importa que el mar le ofrezca riesgos eminentes, y que la imágen del naufragio y dela muer- te desastrosa so le presente con los más negros coloridos. Ella por todo*atropella con su generosa resolucion; sabe muy bien y (D) Ss. Mat., 25, 40. (2) Berg , Dice. de la th., Y. enfants. tróouvéos.-t. 3.