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TE == mismo (1). El Señor acoje bajo su amorosa proteccion no sólo 4 la Madre Isabel sino tambien á sus dichosas hijas, que en- tónces y en los tiempos venideros habian de ocuparse en tan grandey edificativa obra de misericordia. ¿Puede decirse más? Alégrense con un júbilo santo al escuchar este portento las : discípulas é imitadoras de la Madre Isabel; esta gloria vale más que los imperios y la grandeza mundana. Levantad, pues, vuestra frente, almas dichosas, y reparad que vuestra distin- cion y grandeza no provienen de la carne ni de la sangre, sino de la voluntad y aprobacion de Aquél que todo lo puede, y en cuyas manos están los fines de la tierra; nó, no os llama- rán jamás las desamparadas y sin recurso, porque el Señor os ha tomado bajo su vigilancia y cuidado. ¿Y qué, no lo ha- beis así experimentado en tantas y tan repetidas ocasiones? Mi alma rebosa de placer, mi corazon se enternece, y las lá- grimas asoman á los ojos al considerar la ternura paternal con que el Señor ha llevado adelante su proteccion. No pue- de figurarse una cosa más asombrosa, más encantadora, más qe IN dulce que esta revelacion hecha á la Madre Isabel. Ella nada vió con los ojos del cuerpo, porque la Majestad Divina no se comunica así en razon de la improporcion de la naturaleza viadora. Especies altísimas (2) que se imprimen en el alma | justa, conocimientos clarisimos que se le comunican por la efusion de la luz eterna, le hacen conocer verdades sublimes de la Religion, promesas consoladoras, y á veces objetos di= vinos, como las perfecciones de Dios, sus atributos y su di- vinidad, sin que Dios sea en sí mismo visto, ni medie toque alguno corpóreo; de esta manera debemos entender éste y los demás favores de la misma clase con que el Señor honró á la Madre Isabel; pero favores siempre suavísimos, siempre inefables, y que elevan el alma dichosa á quien se le comu- (1) Luc. e., 15. (2) Bened. 14. De Beatificatione et Can. S5., 3, €: 50-6t 51. De visionib. ?

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