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7 profesores. Mas ¿quién lo creyera? No contenta la Madre Isabel con unos pasos tan agigantados, quiere subir al Calvario y no desistir de su empeño hasta morir desnuda con el desnudo Crucificado. Ella quiere hacerse de este modo áun más terri- ble á los abismos, con cuyas potestades tenía que luchar. Gon las correspondientes licencias viste el hábito de N. S. P. San Francisco sobre sus mismas carnes; hace más, se ciñe al cuerpo dos ásperos cilicios, capaces de estremecer al hombre sensual sólo con mirarlos: se ata una cadena de hierro á la cintura, y como si todo esto fuese poco, se enfurece contra su inocen- te cuerpo, lo azota, lo hiere, lo martiriza, como si nada le perteneciese; no lo hace caer al golpe dela maceracion hasta espirar, porque no se lo permite su Dios. ¡Gon qué placer se llevaria á sí misma al sacrificio como Abraham á su hijo, para ser inmolada por su amor! ¡Paredes salpicadas de viva sangre, púas de hierro que os clavásteis en sus carnes inocentes, dis- ciplinas crueles, cadenas duras, instrumentos espantosos de penitencia, vosotros podeis decir las ánsias que devoraban á la Madre Isabel por padecer por su amado! Nada era capaz de apaciguar la ardiente sed que tenía por los trabajos y la maceracion. No se arroja el avariento con más voluntad sobre el oro brillante que se le presenta, como Isabel sobre las ocasiones de afligirse y atormentarse. Sus as- perezas no le satisfacen. Ella quiere trasladar á sí cuantas amarguras y dolores repara en su Crucificado Dueño. Quiere estar siempre con él clavada en la Cruz. Se queja en repe- " tidas ocasiones á su Director, que lo era el ejemplar Padre Chacon, del mismo Órden de la Santísima Trinidad, porque á. su parecer la trata con demasiada condescendencia. Sus ayu- nos casi continuos y muchas veces á pan y agua, su vida es- condida en Dios y penitentísima, le parecian regalos y delicias. ¡Oh, Dios mio, qué confusion para el voluptuoso, que después de agotar el cáliz inmundo de la corrompida Babilonia hasta embriagarse con sus heces y caer en los desórdenes más ba= Jos, se le hace duro el derramar siquiera una lágrima sobre