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— 69 — do se le sacrifica, toda cerviz se le humilla, toda rodilla se le dobla: importa poco que la conciencia gima, que la hones- tidad lo repugne, que la Religion lo repruebe: es de la apro- bacion del mundo, lo exige imperiosamente el gusto del dia, eso basta, no es menester más. Allá se ven multitud de jó- venes que, olvidadas de su recato y moderacion cristiana, ván presurosas á ofrecer el incienso inmundo ante las aras del ídolo que miran con temor: nada se Je reserva: sus leyes se gradúan por más necesarias que las del Evangelio. Esto es ahora, y esto fué tambien en el siglo de la Madre Isabel de la Santí- sima Trinidad. Sin embargo, el coloso de la vanidad no es suficientemente poderoso para arredrarla. Su corazon grando no es capaz de intimidarse: con todo arrostra, y ella es la primera que en una ciudad tan populosa y de tanto lujo co- mo Sevilla, se atreve á presentarse en público vestida de Beata de la Santísima Trinidad. ¡Oh, lo que puede la gracia del Señor! Si..... la gracia, el conocimiento de la Religion, el amor de Dios fué el móvil de tan heróica accion; nó el fanatismo, á quien suele el incrédulo atribuir estas generosas rosoluciones. ¿Y en qué ocasion aparece la Madre Isabel de la Santísima Trinidad vestida con ek humilde trage de Beata? Nada hay de ordinario, nada que no sea digno de atencion en la con- ducta de Dios cón sus escogidos. Cuando ese magnífico tem- plo de los Reverendos Padres Trinitarios Calzados estaba lle- no de gentes, que habian concurrido atraidas de la curio= sidad, para ver una de aquellas cosas que los Frailes están acostumbrados á hacer, y que no son capaces de imitar toda la chusma del filosofismo con sus decantados jeles al frente, por más que citen en su favor la humanidad, el patriotismo, la beneficencia; cuando toda Sevilla habia concurrido presuro- sa para ver una multitud de miserables cautivos que los ré- feridos Padres, esponiendo sus vidas y su libertad, habian trai= do de Argel; cuando todos lloraban de gozo y de ternura-al mirar este espectáculo, que ha sido acompañado de tantos otros en esta misma Ciudad, mas que por desgracia no se tienen