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— 65 -— preciosos tesoros de tu bondad, descubre algo de tus mára= villas, para que por las obras que hicistes por medio de tu es- posa amada, te tributemos todos el debido amor, admiracion y reconocimiento. Esta gracia la esperamos conseguir por la intercesion poderosa de tu Santísima Madre, á quien todos sa- ludamos reverentes diciendo: Ave Maria. PRIMERA PARTE. Dedit (ei) Dominus...... Santidad de la Madre Isabel. “s un principió constante, que Dios se comunica á sus siervos con más ó ménos liberalidad en proporcion á los fines á que suinefable sabiduría los destina. Siempre los justos son el objeto de sus ternuras, siempre los acerca á su corazon, los atrae enamorados. tras el olor y fragancia de sus perfecciones, y les comunica aquella gran santidad sin la cual no pueden ser ni sus amigos ni sus confidentes. El Señor conduceá los jus- tos por caminos rectos, les hace ver de una manera escon- dida á los sábios y prudentes del siglo, el reino suyo y su celestial don, los instruye por sí mismo en la ciencia de los escogidos, los enriquece en sus trabajos, y hace que recojan frutos abundantes y copiosos. ¡Oh, qué conducta tan sábial Detengámonos algun tanto sobre estas sublimes pa- labras del Libro de la Sabiduría (1). El Señor separa los suyos de los amadores de la vanidad, que son sus enemigos, como separó á Jacob de Esaú: los conduce por caminos rectos opues- tos á los del mundo, que son oblícuos y extraviados: les mues- tra el reino de Dios porque les hace comprender que no hay diadema ni cetro tan interesante, como dedicarse á su santo servicio: que se debe subir sin cesar hácia Dios por la oración (1) Sab. 10., 10.

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