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puede dar una educacion que sea preferible á la que yá hemos visto en el Beaterio de la Santísima Trinidad? La perversidad de las costumbres públicas, que tienen su influjo hasta en la casa más retirada, el lujo, la molicie, la vida disipada de mu- chas madres, los peligros que ofrecen á cada paso las criadas y mozos admitidos al servicio interior, que siempre llevan con= sigo el contagio de su groseria; la ignorancia de los padres, que han carecido ellos mismos de una educacion sólida, la necia ternura con que miran á sus pequeñitos, su condescendencia en las ocasiones en que debieran reprimirlos, sus agasajos, etc., serán siempre obstáculos invencibles á una buena educacion, En general es muy útil que los niños tengan un alimento sen- cillo y frugal, mucho movimiento de juego y de alegría, que vivan en una igualdad perfecta con os de su edad, que se reprendan y corrijan los unos á los otros, y esto es más nece- sario. 4. las niñas que á los niños, y añadimos, que por perfec- ta que parezca la educacion doméstica, es siempre preferible la de los Monasterios. Concluyamos con levantar las manos al Cielo y tributarle las más rendidas gracias porque se ha dignado colocar entre nosotros en esta hermosa capital, para gloria suya, para ejem» plo de los mortales, para consuelo del Estado, un Estableci- miento tan digno de aprecio. ¡Ay! si no fuera por él ¿qué se- ría de tantas niñas inocentes desvalidas, desamparadas, sin padres y sin recurso alguno, que aquí están recogidas, abri= gadas, y bajo el amparo de unas segundas madres que les ha deparado la Divina Providencia? ¿Qué sería de ellas? ¿Quién las consolaria? ¿Quién enjugaria sus lágrimas? ¿Y quién se to- maria el trabajo de ascarlas y de instruirlas en los deberes de la Religion? Errantes, desdichadas, cubiertas de andrajos va- guearian por esas calles expuestas á los insultos del vicio y del desórden. ¡Oh, bendita sea la hora en que se abrie- ron los primeros cimientos para levantar esas paredes dichosas, dedicadas al asilo de una inocencia desvalida! ¡Ay! ábranse los Cielos sobre esta Casa, y vengan sobre ella todas las bendicio-