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pa > puros en las sagradas estancias de los templos, ó llevar al Ara Santa un alma inficionada con la maldad. No se atreve á atentar cosa alguna que sea injuriosa á sus prójimos, nada que se oponga á las disposiciones del magistrado, y nada que sea contra la fidelidad de sus amigos. El advierte que estas y otras cosas semejantes, son contrarias á la Religion que profesa, que no pueden estar de acuerdo con el culto debido á Dios: por eso áun los Romanos mismos, para contener en la práctica de las virtudes sociales á sus súbditos, se valian de muchos y frecuentes aparatos de religion. Nada hacian sin consultar sus oráculos, publicaban la guerra con la voz y ceremonia del Sacerdote. No habia suceso alguno, que para emprenderlo no fuesen primero á las aras, y á ellas volvian inmediatamente que era concluido,-ó para dar gracias, ó para implorar de nuevo la asistencia celestial. No ha habido tam- poco legislador alguno que, sancionando sus instituciones civiles, no haya comenzado por implorar desde las primeras palabras el precepto de la Religion. Cuantos han gobernado felizmente la república, ya sea en tiempos de paz, ya en los de guerra, todos fueron adictísimos á sus religiones por fal- sas que fuesen, sabiendo muy bien que sin ellas no pueden ser felices las naciones. Por eso Scipion entra muchas veces en el Capitolio á presencia del pueblo, como para tratar con los dioses y hacer creer á todos que era dig- no del gobierno. Publio Sela, para confirmar sus dichos, ma- nifiesta al público el sello de Apolo. Quinto Sertorio hace conducir una cierva como cierta especie de divinidad, con el mismo objeto. Sin el beneplácito de la Religion, juzgaban que nada podia serles próspero: engañados ó desatinados ignora- ban al verdadero Dios, no le tributaban el debido culto, no tenian las puras luces que á nosotros nos iluminan; mas oian un eco irresistible en lo hondo de sus conciencias, que les decia: «Sin la Divinidad no puedes ser feliz;» y nosotros que la conocemos ¿seremos tan necios, que nos persuadamos poder ser útiles á la sociedad sin virtudes, ó que se pueden