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o A cion de su pequeña hija, la persuade y exhorta á que cuide sea criada en un Monasterio, en donde aprenda las virtudes más puras, ignore el vicio, y pueda hallarse tan custodiada, de que no la toque el veneno pestifero del siglo. «No sufras, le dice, una carga que no puedes llevar, y en despechán- dola, como á otro Isaac, y tistiéndole el hábito como á otro Samuel, envíala á Belen á.su abuela y tía, para que la crien y enseñen como conviene. Ofrece esta preciosa margarita y rica perla al aposento donde parió la Virgen Sacratísima, y pónla en la cuna donde lloró el Santísimo Jesus siendo niño; críese en un Monasterio, esté entre los coros de las vírgenes, ignore el siglo, viva una vida an- gélica, hállese su alma pura en la mansion de la car- ne, como si no tuviese carne; persuádase que todo el linage humano es como ella (1). ¡Oh, qué bien expresada está aquí la inocencia y el candor con que se crian en el claus- tro las almas puras! ¿Quién es el miserable apático que pa-= sa sus ojos de ligero sobre estos tiernos objetos, que, como en los tiempos de Gerónimo, vemos tambien y los tenemos delante de nuestros ojos en el jardin delicioso de nuestros claustros en nuestros mismos dias? Brame el impío filósofo, llénese de coraje, vomite cuantos dicterios le sugiera su im- piedad contra el Evangelio Santo; pero sepa que no tiene que contar con estas preciosas criaturas. Ellas, educadas en los principios 'sólidos de la Religion, instruidas en las máximas de la verdadera piedad, y radicadas en el temor santo de Dios, huirán de esas pestes de los estados y de las familias, y cualquiera que: sea el destino que les reserva la Divina Providencia, sabrán guarecerse contra sus asaltos y reformas. Estos son los frutos de la educacion cristiana, ánn en los tiem- pos de frialdad y de relajacion de los pueblos: estos los que deseaba el P. S. Gerónimo produjese la indole hermosa de la pequeña Paula. «Yo mismo, añade, si mandas á la ] Ad. Let. de Instit, filis,