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po > principal, lo mismo las Religiosas que los Monjes, á imitacion del resto de los fieles, en los dias festivos. «Cuando vais á lá iglesia, decia el P. S. Agustin en su Regla á las Monjas, id juntas; cuando llegueis á donde vais, estad juntas; cuando estais así en la iglesia y en cualquiera otra parte en donde hay hombres, guardad mútuamente gran circunspeccion y modestia (1). Cuando los gentiles veian aquella compostura, aquel traje tan penitente, aquellas me- gillas pálidas, aquellos ojos fijos en el suelo, al mismo tiem- po que sabian eran jóvenes casi todas, y muchas de un mé- rito recomendable, se pasmaban, y no podian ménos que con- vertirse á una Religion que tal influjo tiene sobre los co- razones. No es fácil fijar la época precisa en que estas Religiosas comenzaron á hacer los votos solemnes de virginidad, re- cibiendo de su Obispo el velo y el hábito monástico: no sólo en el tiempo de las persecuciones, sino áun despues de for- madas las primeras Comunidades (que tuvieron su orígen en una hermana del grande S. Antonio) (2), muchas de ellas vivian de un modo muy parecido á nuestras Beatas. Áun cuando se introdujo muy en los principios la augusta cere- monia de darles el Obispo el velo consagrado á las Religiosas, no eran todas las que conseguian esta distincion, que se mi- raba entónces como ahora la profesion solemne; las demás sólo tenian la profesion tácita, que aún era ménos grave que las de las Beatas, Habia dos clases de profesiones (3), una so- lemne, que se hacía delante del Obispo, en ciertos dias muy señalados, dentro de la Misa mayor y á la presencia de gran multitud de pueblo. Entónces se cubria la virgen con un velo, en el África de color de púrpura (4) y en otras iglesias (1) Apud. Thom., t. 1., 1 3., c. 44. (2) Ibid. (3) 3) Thomasin. Discip. t.1., 1 3. c. 42. (4) Berg., Dicc. V., Religiose citand. a. Opt. Mil.

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