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Pa ¿Cuándo los ha abandonado? Sí, tu generosidad tiene en es- te Establecimiento la prueba más auténtica; Dios lo sostiene; pero tú eres el medio de que se sirve el Señor para soste- nerlo. ¡Oh, cúbrate el Cielo con su proteccion soberana! Y jamás te olvide el gran Dios de Jacob. ¿Quereis ver los efectos de esta generosidad? Suspice Cwe- lum, et numera «stellas si potes (1). Levanta tus ojos y mi- ra (decia Dios á Abraham), como las estrellas del firmamento así han de ser tus hijos por tu grande esperanza. Lo mismo digo yó á vosotros; mirad esta santa Casa, contad si podeis las innumerables estrellas que en este cielo han recibido la luz de la Doctrina Cristiana, tantas niñas como aquí han sido educadas, todo fruto de la piedad de Sevilla, movidos tierna- mente por aquel Dios de bondad que tiene abiertos sus ojos sobre el menesteroso y afligido, en cuya providencia puso su confianza la Madre Isabel, Ella, es verdad, murió abrasada en el amor de Dios, murió consumida de sus maceraciones y rigores, ó tal vez devorada por la caridad que consumia sus entrañas, murió como pudie- ra morir un ángel de los Cielos si tuviese cuerpo, murió sin dejar á esta Casa otro patrimonio que la amable confianza en su Dios. Mas ¡ay demi! ¿Qué riquezas más preciosas y du- raderas habia que dejar á sus queridas, que las que formaban las delicias de su corazon? ¿Qué otras más constantes y más sólidas, que las que aseguran la proteccion del que dice: Mio es el Orbe y cuanto en él se encierra? Mortales ambiciosos, que os gloriais en lo que la polilla roe, el ladron roba, el tiem- po consume, ántes espiraréis vosotros sepultadosagn la indi- gencia, que falte á las mijas de la Madre Isabel; murió pobre, y dejó por herencia á sus amadas esta virtud, que fué tado el. tren con que el Hijo de Dios se presentó en el teatro del mundo; murió....... Pero ¿qué digo? No ha muerto esta he- roina, ni puede morir: sólo la parte más grosera de ella, y que (1) Gen. 15. 15. il e

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