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por la tarde, 403 No merece el nombre de zelo, ¿no de amor propio, aquel que no ss acompañado de cla indiferencia desinterés. El verdadero zelo ha de ser ordenado: y debo yo co- menzar d exercitarle en mi mismo, antes de estenderle á los demás. En qualquiera conversacion que me halláre (singularmente de Se- culares ), debo considerarme alli co- mo mandado de Dios á tratar con ellos de la salud del alma. Estudia- fé por tanto todos los medios de traer al caso el discurso de aque- llas cosas,que puedan edificar á los que me escuchareng de modo, que no se aparte de mí alguna,sin que o le haya dicho alguna cosa de 10S» Si Dios reyná en mi, todo serd en mi obediente 4 su voluntad: buscaré el agradarle en todo, y go- zará mi corazon una paz altisima. Venid pues, Señor, y reynad en mí. De todo esto propongo desde aho- ja rogaros siempre que diré la" ora- 93 cion

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