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258 LAS CONSTITUCIONES DE ALBACINA 2. Y lo primero, el Oficio Divino. Sobre el Oficio Divino, exhorto y ordeno que se diga devotamente, con las pausas, sin coda o cantinela, ni voz afeminada. Los maitines, según lo usual, a media noche, como es la costumbre de la Religión. Las otras horas canónicas díganse a sus horas correspondientes, excepto tercia y sexta, que se dirán según lo acostum– brado. 3. Ordenamos también que no se añada otro Oficio de devoción en el coro, excepto el de la Virgen. Y si a alguno de los hermanos le agradara y le diera más devoción decir los siete salmos, el Oficio de difuntos, la Benedicta,2 u otras oraciones vocales, se contentará con decirlas por su cuenta o con otro compañero fuera del coro, durante el tiempo en que no se dice el Oficio en el coro, para que no moleste al hermano que pudiera estar en la iglesia o bien en el coro ejercitándose en la oración secreta, o sea, mental. Y esto se ordena para que los hermanos, todos juntos, digan más devotamente y con las debidas pausas el Oficio de obligación, mandado por la Regla,3 y para que los hermanos tengan más tiempo de ejercitarse en oraciones secretas y mentales, mucho más fructuosas que las vocales. 4. Igualmente, ordenamos que en Semana Santa, en los pueblos y ciudades donde los seglares pueden ir al Oficio de Tinieblas a otras igle– sias, los hermanos digan los maitines y celebren el Oficio de Tinieblas por la noche y no por la tarde. Y esta era la costumbre que se guardaba en los tiempos de aquellos primeros espíritus angélicos. 4 5. Igualmente, ordenamos que no se vaya a Oficio de difuntos ni a los entierros, excepto en caso de gran necesidad; ni tampoco a procesio– nes, excepto la del Corpus Christi y la de las Rogativas, cuando se vea que ocasionaría escándalo el no ir, y a alguna otra procesión que se haga por alguna necesidad; procurando siempre que si se puede evitar nuestra presencia sin escándalo, se evite, a fin de que permanezcamos en nuestra quietud . 6. Igualmente, ordenamos que de ordinario se diga solamente una i:riisá en la iglesia, según el uso de la Orden. Y si a los hermanos sacerdotes les satisface solamente asistir a aquC'lla misa, a lo que san Francisco nos ha exhortado besándonos los pies: 5 ordenamos que los hermanos sacer– dotes, excepto si fueran atraídos por su devoción, no sean obligados por los prelados a decir misa, excepto en las solemnidades o necesidades; y aun a este respecto , los prelados tengan diligencia y sumo cuidado de ' El Oficio de la Bendita (Benedicta) es una antigua fórmula de oración, cuyo origen parece remontarse al beato Juan de Parma; se llama así por la primera palabra de la antífona del I Nocturno. ' 2 R 3, 1-f • La expresión "espíritus angélicos" parece referirse a la liturgia celestial o, más bien, a los hermanos de los primeros tiempos de la Orden. 5 CtaO. 30-32.

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