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OLEGARIO DE BARCELONA EN VENEZUELA 321 que trabaja desde la sombra y calladamente. Por eso, una vez visto el contexto de la Venezuela del siglo XIX en que se desenvuelve el P. Olegario de Barcelona, pasemos ahora a la vida y obra de este fraile que hizo de Venezuela su segunda patria. III. AMOR A LA TIERRA VENEZOLANA Fray Olegario de Barcelona llega, junto con otro gran grupo de capuchinos, a Cumaná el 9 de julio de 1842. Vienen con la intención expresa de dedicarse para misionar a los indígenas. Además, para eso habían sido pedidos por el Gobierno venezolano, y en el acuerdo que éste estableció con los capuchinos se señala: a) El Gobierno de la República dará anualmente a cada misionero 400 pesos para atender su manutención, culto y demás necesidades de la Misión; b) El Go– bierno debe dejar en completa libertad a los religiosos en el terreno espiritual, sin mezclarse para nada nada en ello; e) Los misioneros podrán anunciar libremente el Reino de Jesucristo; d) Toda la auto– r idad sobre los indígenas y la dirección de los mismos, residirá en los misioneros, hasta que aquéllos estén civilizados. 9 Al poco de llegar los capuchinos se fueron dando cuenta de que los acuerdos establecidos por el Gobierno a través del Dr. José Ma– nuel Alegría no se cumplían. Comienzan los obstáculos, siendo los principales los siguientes: a) En lugar de mandarlos a misiones -objetivo para el que habían venido- los envían (sobre todo el arzobispo de Caracas) a parroquias, dado que la mayoría estaban vacantes. A muchos se les persuadió de que eso era algo pasajero, pero en la práctica tenía visos de ser definitivo; b) Se les exigía para ser curas-de-parroquia, y poder tener beneficios, «el naturalizarse» (hacerse venezolanos). Además de no querer parroquias, para poder– las regentar les piden naturalizarse. Si eso sucede ya en 1842, en 1848 pedirán naturalizarse incluso a capuchinos que no reciben bene– ficios, como los del oratorio de san Felipe Neri (Caracas); e) La difi– cultad de tener que vivir aislados (al estar en parroquias), y no poder llevar una vida «regular», es decir, el no poder vivir la vida religiosa en fraternidad; d) La mala acogida de los capuchinos al llegar a Caracas, y las críticas de los liberales contra ellos. 10 El P. Olegario comenzó a atender ministerialmente los pueblos del Oriente, en espera de ser enviado a misionar a los indígenas de aquellas tierras. Primero atendió pueblos pequeños hasta que en 9. Cf. Cayetano de CARROCERA, a. c. , p . 32. 10. Cf. Ibid., pp. 49-51.
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