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OLEGARIO DE BARCELONA EN VENEZUELA 317 eran oligarquía. Éstos incentivaron los ánimos del pueblo que lo seguía y promovieron los alzamientos de 1842 y 1847 que tuvo que apaciguar Páez. El cual era el líder de la otra oligarquía la conserva– dora, siendo después la saga de los Monagas quienes tomen el relevo del liderazgo de Páez. Dicho partido estará en el poder hasta 1870 -en que sube Guzmán Blanco-, exceptuando la década de 1858 a 1868 (guerra Federal y presidencia de Juan Crisóstomo Falcón, liberal) . Con Guzmán Blanco se centraliza el poder basado en los jefes-caudi– llos, y logra una cierta tranquilidad en el país, aunque no resuelva otros muchos problemas. Una vez desaparecido seguirá por los gober– nantes posteriores: Pablo Rojas Paul (1880-1890), Raimundo Andueza Palacio (1890-1892), Joaquín Crespo (1892-1898), Cipriano Castro (1899- 1908), y Juan Vicente Gómez (1908-1935). 2.2. La situación de la Iglesia En la lucha por la independencia la Iglesia «oficial» no parcializó por ningún bando de los dos poderes: realista y republicano. Pero el clero, de manera individual, se situó en uno u otro bando, siendo muy activa su presencia en los mismos. Esta parcialización motivó destierros y prisiones según el bando dominante. Produjo, además, la disminución del clero regular por identificarlo como realista por ser de origen mayoritariamente español. El clero secular también sufrió disminución por su parcialización, y por no entrar -debido a la guerra -suficientes vocaciones jóvenes. Nos detendremos en este apartado sólo en dos puntos que nos interesan por la incidencia que tienen en la Iglesia venezolana, y par– ticularmente en la vida de fray Olegario de Barcelona: la relación Iglesia-Estado, y la legislación gubernamental relativa a la vida reli– giosa. A) Relación Iglesia-Estado En el Congreso de Cúcuta de 1821 se constituye la Gran Colombia, y las nuevas autoridades independentistas quieren mantener el dere– cho de Patronato que hasta entonces habían tenido los reyes de España sobre la Iglesia en América, mediante el cual la Iglesia, aunque auxiliada por el poder civil, quedaba sometida a él. El arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, se opone a ello. Pero finalmente en el Congreso de 1824 lo aprueban. Pronto se verá la interpretación tendenciosa que harán los gobernantes acerca de la Ley del Patronato,
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