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330 JESÚS DE LA TORRE ' Su servicio a la iglesia «jerárquica» lo hace sobre todo desde el ámbito de la «formación» . Le preocupa la formación de los futuros sacerdotes. Durante años fue el director espirtiual del Seminario, suprimido éste en 1872 por Guzmán Blanco, pero permite abrir en tiempo del arzobispo José Antonio Ponte una «Escuela Episcopal?> para formar a los seminaristas y ministros del culto. Viene esta escuela a ser el preámbulo del «Seminario Interdiocesano de Cara– cas» que se abrió el 28 de septiembre de 1900. El P. Olegario ayudó así a muchos jóvenes en su vocación, y siempre el clero encontraba en la casa de este capuchino una cálida acogida y una hospitalidad generosa. Era un gozo para él estar rodeado de sacerdotes y semi– naristas. 29 Olegario se sabe seguidor de Jesús y miembro de su Iglesia. Es, por ello, un sacerdote fiel a los pastores que guían la Iglesia, y con– cretamente a su obispo u arzobispo. Dos momentos difíciles le tocas ron vivir en este sentido. Uno recién llegado a Venezuela. Todavía estaba latente el conflicto de la jerarquía de la Iglesia venezolana con el nuevo gobierno republicano relativo a la Ley del Patronato. El obispo de Guayana, Mons. Mariano Talavera, bajo cuya jurisdic– ción estaba el oriente del país, es expulsado de Venezuela por no querer jurar la Constitución de 1830. Pocos años después volverá, pero las diferencias aún no estaban solventadas, incluso firmando la Constitución. Esta situación de iglesia acéfala le tocará vivirla más crudamente en Caracas. De 1870 a 1876 estuvo ausente del arzobispo de Caracas Mons. Silvestre Guevara y Lira, al ser expulsado por Guz– mán Blanco. Si la oposición de Guevara y Lira a cantar un «te deum» por las victorias de Guzmán Blanco e igualmente su negativa a con– ceder al ministro Urbaneja la dispensa para casarse con su hijastra, fueron el punto de partida del conflicto, esto poco a poco se fue agu– oizando. El clero pide al presidente Guzmán, en carta fechada el 10 de julio de 1871, que permita la vuelta de Guevara y Lira a su puesto de pastor para que los fieles no sigan sufriendo tanto mal con su ausencia. Ahí aparece el P. Olegario firmando esa carta, 30 además de otros capuchinos. Guzmán Blanco accede a la petición, pero el arzobispo se niega a venir aduciendo que no ve en el Gobierno signos sinceros de cambio ni de reconocer su error. Ante la negativa Guzmán Blanco declara una guerra encarnizada a Ja Iglesia, decretando la extinción de seminarios, conventos, etc. Algunos curas -mayormente venezolanos- celebran un «te deum» en la festividad nacional del 21 de septkmbre de 1872, accediendo así a los deseos del Presidente, 29. Cf. Cayetano de CARROCERA, o. c., p . 115 . 30. Cf. N. E. NAVARRO, Anales eclesiásticos venezolanos, p . 371.
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