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205 co y señalado Maestro, enviado del Cie- lo para enseñar al mundo la verdadera saludable doctrina; cuando dijo 4 sus Dicipulos: Vosotros no os llameis Maes- tros, no entendais que de vosotros tene- is autoridad y sabiduria para enseñar; porque uno solo es vuestro Maestro y de todos, que es Cristo; el solo tiene de si autoridad y sabiduría para enseñar. Era tan grande la necesidad, que te- nian los hombres de la doctrina de Je- sueristo, y que viniese á enseñar este Maes- tro, y Doctor del Cielo, que sin ella es- taban sumergidos en las horrorosas ti- nieblas del error y en la ignorancia, de todo bien, trabajando en su per-= dicion y condenacion eterna, como su- cede á todo aquel que no la sigue. Des- pues que el pecado entró en el mun- do por la culpa del primer hombre, y que manchó á todos sus descendientes por via natural; (esceptuando á Maria Santísima por un especial privilegio de la Omnipotencia) entró con el pecado una sama jgnorancia de las cosas Di. vinas, especialmente de aquellas que era necesario saber para vivir bien,y alcanzar la Bienaventuranza para que el hombre fue criado. Esta ignorancia fue

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