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82 con propia voluntad no somos por él condenados al Infierno sino solamente al Limbo á perder la gloria que no se nos debia, y en cuanto á esta tiene el demonio algun señorío en los hombres por este pecado, pero se quita por: el Sacramento del Bautismo, como otro cualesquiera personal que se hubiere cometido. Mas despues que los hom- bres movidos de las inclinaciones malas que heredamos con el pecado original, consentimos libre, y voluntariamente en otros pecados que llamamos actuales, quedamos condenados á pena eterna, y hechos enteramente siervos, y cautivos del demonio. Jesucristo Nuestro Reden- tor nos sacó de este cautiverio, tanto en la ley natural, como en la ley es- crita y de gracia, porque los antiguos se salvaban por la fé que tenian en el Señor que habia de venir, manifestada con alguna señal esterior;.y guardando Ja Ley; pero hasta que Jesucristo nació, murió y resucitó, no se abrieron las puertas del Cielo para nadie, y así en odos tiempos Jesucristo há sido Nues- tro Redentor, sacandolos de la tiranía y esclavitud del demonio.
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