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76 | virtud, y merecimientos, y del egem- plo de su vida no se havian de apro- vechar. Yo dige á mi Padre Celestral en vano he padecido tantos tormentos y muerte afrentosa. h | PAUSA. PROPOSITOS. Auma mia no se aparte un momento de ti la Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo en su práctica están los ver- daderos consuelos del hombre, y per- severando hasta la muerte conseguirá la: gloria con que premia el Señor sus cuidados de practicarlo; asi lo esperi- mentó Moisés cuando su Magestad lo lMamó desde la Zarza que anduvo des- calzo la estrecha y espinosa senda, man- dandole se quitase el calzado, por que era santa aquella tierra y lugar que pisava , pero á un mismo tiempo le des- cubrió su gloria y soberana grandeza; en lo que se nos dá á entender, que es preciso padecer eu este mundo las mortificaciones, y penitencias de la vir- tud para ganar la gloria eterna que nos
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