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82 tra un emperador tan grande; pero ni aun contra un plebeyo dun hombre delo mas infimo levantamos la mirada. Pero cuando vemos que peligra la gloria de. Dios y senos propone que consintamos en ello, en— tonees tenemos en nada todas las cosas; y solo mira— ‘mos & Dios. Por lo tanto, puedes Uenarnos de afren— tas, amenazarnos, hacer lo que gustes gozandote en tu poder ; pero ten entendido que jamds nos vencerds, ni logrards queasintamos a doctrinas impias (1). Estas virtudes son como el eje sobre ‘que se mueve todo el cuerpo sacerdotal de la Iglesia de Cristo; las cua- les, si han sido necesarias en todo tiempo, vienen 4 ser- Jo mucho mas en los de tribulaciones y persecuciones. Y ‘precisamente hoy dia estamos en esos tiempos, pues los hombres parece que se han conjurado con mayor de- nuedo que nunca contra Dios y contra su Ungido. Bien sabeis, nuestros amados hermanos hijos, lo que esta pasando en Roma: los libelos contra el Padre Santo son diarios, y en ellos se le llama tirano, que oprimia al . pueblo; sanguijuela, que le chupaba sus bienes, y dés- pota, que encadenaba las inteligencias: alli, amados hijos, andan puiblicamente las caricaturas mas ridiculas y absurdas, en las cuales se representa-al Papa del modo que agrada 4 los conspiradores y revolucionarios; alli se agolpan hombres asalariados* bajo las ventanas del Vaticano, gritando con voz vinosa: ;Muera el Papa! Asi esté pasando los ultimos dias de ‘su vida el Obispo de los Obispos; el Vicario de Cristo, y en su humildad y mansedumbre aprendemos todos 4 sufrir, asi como en esa fortaleza admirable con que ha condenaida desde su misma carcel las doctrinas impias, y 4 sus mismos car- celeros y opresores. Hste es nuestro espejo (2). Tiempos peligrosos y dificiles son los que estamos * (1) S. Greg. Naz.: Orat. 43 in laud Basilii. (2) Apéndice cuarto.

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