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4 ces en la cuenta de lo que me rodeaba, no dejé de ad— vertir que habia llegado 4 bordo cierto individuo, quien se puso 4 almorzar enfrente de mi, y parecia que tenia el encargo de retratarme, segun me miraba, y de saber mi vida, segun aparecia por las muchas prognntas que me hacia otro que presidia la mesa. Concluida la refeccion, se retiré el dicho individuo, y al poco me dijo el capitan que no salia hasta el dia siguiente. Puseme entonces 4 rezar horas , para dar tiempo4 que viniesen embarcaciones menores y vol— verme 4 la ciudad. Pero aun no habia concluido sexta, cuando entré en el salon del vapor un jefe de policia, quien me pregunté si era yo el Obispo de Cuba, 4 quien contesté que lo era de la Habana. «Pues siendo asi, me contesté, tengo érden de que venga V. S. conmigo a casa del sefior gobernador.— Puede V. retirarse , si gusta, le dije, pues estaré en su casa de aqui 4 poco.»— No, me respondié; es preciso que yo le acompafie a V.—Pues en ese caso , le contesté , déjeme concluir el rezo, y entonces seré con V.» Conclui al poco, mandé que se me trajera uno de mis baules para sacar mi traje talar; se present el jefe, que quiso ver lo que sacaba, no queriendo separarse de - mi ni aun para dejarme vestir, y al poco sali y entré en la chalupa de gobierno, mandada por un guardia marina, desde la cual me trasladé 4 un coche que yo mismo mandé buscar, pagandolo, pues habia trazas de tener que ir 4 pie por las calles escoltado por el jefe de policia. Llegado 4 la presencia del etaidler me particips
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