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Era el 12 de noviembre de 1869 cuando, despues de haber pasado en Cadiz siete dias descansando de mi viaje de la Habana 4 esta ciudad, saliendo en publico, visitando templos, y hasta predicando en uno de ellos, sin que ninguna autoridad se metiese conmigo, me embarqué 4 las seis de la mafiana en un vapor costero, ‘que salia para Gibraltar , donde tenia intencion de tomar pasaje en otro vapor inglés, con el fin de ir 4 Civita-Vecchia, en compaiifa de tres Sres. Obispos , a asistir en Roma al Concilio. Detiivose el vaporcillo dos horas mas de lo que tenia anunciado, y, llegando la hora de la refeccion, nos sentamos 4 la mesa. Como tanto mi capellan como yo fbamos 4 una ciudad dominada por protestantes, lleva— bamos el traje corto, pero con todas las sefiales de nuestro estado, y yo las insignias de mi dignidad; es decir, cuello morado, solideo del mismo color, pectoral _ Mescubierto y anillo al dedo. Aunqne no cai por enton-