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35 condenando los errores, se ha visto acometido c n fiere- za por los enemigos del Evangelio, y ha creido conve— niente suspender las reunioges del Concilio, y disponer que cada Obispo volviese 4 su Silla hasta que, mandan- dolo.el . que puso limites 4.las olas embravecidas del mar, y apaga las tempestades con una sola palabra (1), vuel- va la paz 4 la Iglesia, y.entren.los\ hombres.en.la senda — de la rectitud y justicia, de la cual se han estraviado. - Y hé aquf-eémo-se-han frustrado nuestros. pobres,caleu- los sobre el porvenir, viniendo 4 weros y saludaros cuando menos lo ereiamos, -y por medios que no, podia- mos prever. ' ; II. Si Dios no nos hubiera dicho mil veces que no tengamos miedo 4 las maquinaciones injustas de seres defeetibles: si mo supiéramos que , como dice el Apdés— tol (2), hemos.de sostener sin cesar una lucha. terrible contra las potestades de das-tinieblas ’ coligadas con los amadores del mundo y desu impiedad; si no nos asis— tiera la gragia del cielo, que hace.al hombre superior 4 si mismo en}lastribulaciones, mas de una vez se habria __ interpuesto uma espe a niebla delante de nuestra vista, la cual nos habria impedido discurrir con acierto sobre el porvenir, obligandonos 4 exhalar un suspiro, suspiro que encerraba en compendio una de las mayores des- venturas que podian sobrevenir 4 nuestro corazon, cual seria la. de no volver.4 ver mas 4 mis hijos y hermanos. Pero Dios se-ha dignado disipar con un ligero soplo esas nubes que han llegado 4 aglomerarse, y aun pa- recia que intentaban condensarse en el horizonte de nuestra carrera,’ Mas debemos decirlo: como nadie. co- noce las-interioridades de su propia vida, sino uno mismo, nadie tampoco, sino el individuo, puede apreciar (1) Marc., cap. iv, vers..39. (2) Ephes., cap. v1, vers. 12,

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