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47 les ocupan los negocios de politica mundana, no pueden menos de dirigir su voz 4 los que llevan Jas riendas de los gobiernos, y hacerles presentes las necesidades de los pueblos, representarles y esponerles el especticulo - de su situacion dolorosa, y rogar, suplicar y pedir para que se ponga remedio 4 sus males y cesen sus amargu- _ ras. Y hoy, Exemo. Sr., ha llegado para el Obispo de la Habana uno de esos momentos ; momento triste, mo- mento eruel para su corazon , pues se ve privado en un instante de trescientos foligrredes que salen deportados a Fernando P6o, entre los cuales se cuentan cinco sacer- dotes, lo que no le permite permanecer silencioso , ni mostrarse indiferente 4 los ruegos y suplicas que le han dirigido las familias desgraciadas. jAh, Exemo. Sr.! Jamas la Habana ha tenido la desgracia de presenciar un espectaculo tan conmoyedor y tan ligubre: jamés se han visto convertidos los cas— tillos del Morro y de la Cabafia en reuniones de tiernas esposas, de hijas amantes, de madres desoladas, de her- manas inocentes y de nifios tiernos, que han subido al recinto fortificado 4 henchirlo con los ecos de sus la— mentos, 4 regarlo con sus lagrimas, 4 partir el corazon de cudntos eran testigos de tanta desolacion y amargu- ra. jAy! Los padres, los esposos hacian sus testamentos, - 7 pues el ir 4 Fernando Péo equivale 4 caminar lenta— mente al cadalso; cadalso formado de florestas meridio- 4 nales que esconden el verdugo de. la fiebre devoradora: | los deportados saben esto, y no lo ignoran sus hijas, sus | madres y sus esposas: tazon por qué mientras los pri- meros hacen el testamento, porque tienen gran proba- | bilidad de que en Fernando Pdo van 4 morir, estas se deshacen en lagrimas y espresan su dolor con alaridos, porque su imaginacion les presenta la terrible perspec- tiva de que ya no se han de ver mas en este mundo. Estas escenas desgarradoras estan pasando en la Ha- | | | |

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