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a cuando llegé 4 mi conocimiento que mis amados fieles se encgntraban bajo el peso de una calamidad cuya ac- cion maléfica habia amontonado pocos meses antes en hospitales y cementerios 4 nuestros hermanos, mori— bundos y muertos, y de nuevo hacinaba victimas ante las negras aras de la muerte, llevando 4 ellas 4 padres, a hijos, 4 esposas, 4 nifios y 4 siervos, y cubriendo por tan horrendos estragos las alnyas de todos con el negro crespon. del dolor y de la desolacion. jAh! Bien lo sabe Dios, que si estaba lejos de mi amada grey, era tan solo en el cuerpo: mi espiritu es taba aqui, mi corazon se hallaba junto al lecho de los apestados, lorando con los que lloraban, y deseando con ardor que Dios me diera alas como las de la paloma para volar hasta esta, y venir 4 dar mi vida por la sa- lud de todos, si Dios tenia la piedad de aceptarla. . Parece, mi amado hijo y hermano, que yo no era ~ merecedor de tanta dicha, pues Dios no me concedié por entonces lo que le suplicaba. Pero al fin se ha dig— nado oir mis oracfones, mejor dicho, las de mi amado clero, las de mis amadas hijas las religiosas, y las de muchisimas almas de esta mi didcesis, quienes rogaban sin cesar al Sefior que salvase de peligros asu Obispo, y lo trajese cuanto antes al seno de su grey: Dios, repito, . > # ha oido las plegarias de esas almas buenas, y me ha concedido que. viese mares tranquilos ; tiempos bo- nancibles, y cielo. sereno para venir 4 vivir con mis fieles. Sin embargo, no puedo menos de deciros, miamado | hijo y hermano, que al pisar con jribilo de mi alma este suelo afortunade, donde tantos encantos halla mi cora- zon, por la sencilla razon de tener 4 la mayor parte de sus habitantes por hijos mios en Jesucristo, ha atrave— sado mi alma un dardo de dolor al saber que sé habia roto en alguna parte aquella unidad que vincula 4