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Dos meses hace ya que dirigi 4 la autoridad supe— | rior de esta las comunicaciones 4 que me refiero, y _ debo decir, en honor de la verdad, y haciendo la debida _. justicia al Exemo. Sr. Capitan general, que fui oido, pues de acuerdo con él nombré dos censores eclesiasti— cos en esta, y uno en todas las villas donde sale 4 luz algun diario, para que pusiesen un atajo 4 las doctri- nas malas que se deslizasen en estos. Y, en efecto, tambien se ha conseguido alguna cosa, pues han cesa— do Jas publicaciones sobre principios de filosofia en que se roza la religion, y aun tienen algo mas cautela en escribir, desde que saben que se les vigila. Pero, por otra parte, veo con dolor que el mal va desenvolvién— dose cada vez mas, que H7/ Siglo va insinudndose cada dia con mas claridad, y que 4 cara des@ubierta habla ya de un gran porvenir, del gran = ~ levantar aqui para gloria de los fundadores, y para oprobio de los que no han hecho mas que oponerse constantemente al bien piblico. En realidad, el origen de este mal, siempre crecien- te, es para mi una cosa encubierta entre sombras mis— teriosas, sin poder atribuirlo mas que 4 esa especie de frenesi politico que se ha generalizado en todas partes, desde hace algunos afios, y ha sembrado en el mundo | la discordia y el malestar que es consiguiente la des— union de los hombres, y al fanatismo que producen las opiniones contrarias en. los que las profesan. Una sola cosa sé de positivo en el asunto, y es que la discusion entre los diarios de esta es cada dia mas acre y mas irascible, y que esto trae infaliblemente dos males, ambos muy perniciosos. El primero es que con la dis- eusion el asunto va tomando cada dia mas calor, mas fuerza y mas interes, y el segundo que las doctrinas malas se generalizan, y el puiblico va siendo cada dia mas sabedor de lo que 7 Siglo pretende, y, por consi- cio que se ha de. sae Sap 2 pie eeteaae Aaa

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