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en consonancia con los hdbitos de moralidad y érden que deben reinar en una sociedad bien organizada.» Ya ve V. E. qué tendencias de autonomia va des— arrollando este diario. Todo comentario esta por demas, cuando los puede hacer V. E. mejor que yo; pero no puedo dejar pasar desapercibidas dos cosas que contie— nen las ultimas sentencias de este nuevo legislador que nos hemos echado en esta. La primera es, que da 4 en- tender al piiblico que el Obispo ha tomado disposicio— nes, lo que no diré con qué fin lo afirma, no ya sin sa- berlo, pero ni aun siendo cierto que las haya tomado, no habiendo hecho el Obispo mas que representar 4 quien pertenece mandar que se obseryen las leyes, ya que para eso tiene recibida de 8. M. la autoridad y la - fuerza. Mas si no tengo certeza del objeto que se pro- pone el diarista al hablar asi del Obispo, puedo inferir, _ sin nota de temeridad, que lo hace con fin no muy rec- to. Esto es, 4 no dudarlo, poner en ridiculo al Obispo y hacerlo odioso 4 las gentes, y preparar el camino para que hasta las disposiciones que adopte la autoridad civil ‘eaigan muy pronto en desuso , sino en derision y en menosprecio. Y 4 esto ultimo tiende la segunda cosa que et 8 ne la doctrina del diario cuando dice, que no admite mas sistema de intervencion en semejantes asuntos, que el de aconsejar a los particulares que por st mis— mos planteen una reforma, etc. Segun el diario, lo tinico que parece pertenecerle al Obispo es ir, sin duda, de tienda en tienda, aconsejando uno por uno 4 los co- merciantes que vayan al templo 4 oir misa. ;Lucido -quedaria el Obispo por cierto, Exemo. Sr. , de tener que ir de casa en casa, cuando es sabido que de cien indi— viduos del comercio, quizis habra cinco que vayan 4 misa los domingos! Quedaria tambien muy en su lugar la dignidad episcopal, debiendo de andar de casa en — s . 3 4 * - - ¥ e peas EN A = Se aa eh gy tie a iil

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