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que los impuestos se aumentan, que estan esas mismas clases proletarias sudando para pagar contribuciones desproporcionadas con sus haberes y ganancias, y que la tercera parte, si no la mitad, de la nacion vive del presupuesto, unos en concepto de empleados, otros en el de cesantes, 6, mejor dicho, de aspirantes, y com- préndese perfectamente qué ideas han de asomar y se han de formar en el pueblo, cuya légica esta en los ojos. «Ellos se aprovechan, ha dicho, de cuanto pueden acaparar, con pretexto de que todo es de la nacion; pues aprovechémonos tambien nosotros de cuanto podamos, porque el pueblo es la nacion, y todos los bienes son comunes.» De. aqui han salido los levantamientos de los operarios , de aqui sus huelgas, de aqui el comunis- mo de Paris, de aqui La Internacional, y de aqui saldran horrores lamentables. La moralidad ha sido destruida por.sistema con la empleomania, que ha pro- ducido eso que se llama gobierno representativo. Tristes son esos resultados para las naciones; pero pueden acarrear males extremos 4 las fracciones fisicas de esas mismas naciones, sobre todo cuando se las hace pasar de un extremo 4 otro, como ha sucedido en nues- tras islas del Occidente. Veian todos la probabilidad de ese mal en las innovaciones y variaciones continuas de cosas y de personas en Cuba, y hubiera sido extraiio que un Obispo no viese lo que palpaban todos. Hagamos una corta reflexion sobre ese cambio continuo de em— pleados, mas altos y mas bajos, en la Isla, y se vera qué consecuencias tan tristes se sacan. j Pues qué! ges acaso un granito de anis el’andar de Madrid 4 Cadiz cien leguas, de Cadiz 4 la Habana mil quinientas, y el instalarse en un pais donde todo esta muy caro? gEs cosa insignificante el separarse de pa— dres, de hermanos, y quizdis de una esposa tierna y de unos hijos queridos? Todo esto demanda un dnimo de-’ cia herr
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