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286 4 su deber, ha de permanecer por muchos afios en su puesto, el cual es el patrimonio de él, como quizas lo fue de su padre, y que lo sera tambien para sus hijos. Tan pronto como falte cualquiera de estas dos con— diciones en los empleados y en las oficinas de los Go- biernos, tiene que perderse el fandamento estrinseco de la moralidad de los hombres que manejan las cosas pu- blicas. Un empleado que no esta retribuido mas que en una tercera parte de lo que necesita para vivir con de- coro, ni siquiera por una ficcion de la ley se puede juzgar que sirva al Rey con integridad. Mucho menos puede suponerse esta en un empleado que entra en’su destino con la casi certeza de que no duraré en él mucho tiempo. Un empleo del Gobierno se entiende que es una profesion social como otra cualquiera, y los que se de- dican 4 ella, la emprenden con Ja idea de que en ese ramo han de tener siempre asegurado el pan para si y para sus hijos; en ese concepto, ni suefian siquiera en dedicarse 4 ninguna profesion , cualquiera que sea. En la carrera de empleado esta concentrado su presente y su porvenir: de su estabilidad en ella han de salir las economias, que le serviran para educar 4 sus hijos y dotar 4 sus hijas; y fijo en esa idea, no piensa mas que en servir al Gobierno con fidelidad y en administrar su cometido con integridad, no solo por un deber de con— ciencia, sino tambien por propio interes. Hagamos ahora la oracion por pasiva, y encontra- remos que todo tiene que suceder al revés. No toque- mos 4 las personas, sino 4 la institucion, 4 Podra supo— nerse que puede producir moralidad 6 integridad una institucion que se ve precisada 4 dar cortos numerarios 4 sus empleados, por razon de haberse multiplicado estos hasta lo infinito? gLo podré mucho menos cuan- do, en fuerza de esa misma institucion, son los emplea- % 2 2 e ee

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