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24 los Santos ruegan en la otra vida por los moradores de la tierra, pero que llegan momentos de tanta indigna- ‘cion, que No oye sus ruegos, aunque sea un Moisés 6 un Samuel quien le pide gracia y misericordia (1). 4 Y qué Madre de Dios es esa que ha fingido la here- jia moderna? Cuando andaba en Ja tierra, cuando era Esposa del Espiritu Santo, cuando habia sido Madre del Hijo de Dios, no se. le concede el honor que tiene cual- quiera mujer, 4 quien un rey ha llamado 4 sentarse en su Trono, 4 compartir su lecho y 4 ser rica para siem- pre. A la que prefirié ser Virgen incorrupta 4 ser Madre de Dios, si para eso habia de mediar el modo ordinario natural de la generacion (2), se le hace la itnjuria abo- minable de decir que se entregé4 los brazos de un es- poso carnal, despues de haber «engendrado y dado 4 luz al Hijo de Dios. A la que, estando entre los hombres, acompafié 4 su Hijo en la prédicacion, en la pasion y en la agonfa; y se interesé por lo “menesterosos pidien- do el alivio de sus necesidades (3), sea da un corazon duro, sin piedad, sin amor ae hijos adoptivos ahora que esta en los cielos coronada de gloria. Se hace al verdadero Salomon menos discreto, menos sabio, me- nos recto, y hasta menos humano que al hijo de David, quien para honrar 4 su madre en presencia de toda su corte, viéndola venir 4 pedirle una gracia, hizo que esta se colocase en el Trono 4 su derecha y que se sentase, diciéndola: <Pide, Madre mia: pues no es razon que yo te haga volver el rostro (4).» : No es ese por cierto aquel Jesus tan dulce, tan ama- . ble y tan carifioso, que oia benigno y compasivo 4 sus disefpulos, cuando se le acercaban 4 esponerle las nece- sidades del ‘ pueblo, y las solicitudes de los. que querian a tS Jer., cap. xv, vers, 1. Luc., cap. 1, vers. 34. ‘3 Joan, cap. Il, vers. 3. (4) UI Reg., cap. it, vers. 20.
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