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271 viviendo estos dos nuevos esposos en concubinato, por no haber asistido 4 la celebracion de su matrimonio el ministro legitimo. Y en verdad, Excmo. Sr., protesto delante de Dios, que 4 mi no se me acusara de esos_pecados; porque me veo bajo la opresion que ha resultado de haber dado V. E. proteccion al sacerdote malo, revoltoso, 4 quien al acudir 4 V. E. (y dispénseme V. E. que tenga que decirlo) no debia habérsele dado mas respuesta que esta: Obedezca V. d su Obispo, & quien ha prometido V.- obediencia y reverencia: cuando Uegue el caso sena- lado por la ley, acuda V. é mi autoridad, y hallaré ‘la proteccion que la ley le senala. Esto, y no otra cosa, era lo legal. _ Y despues de todo esto, gse digna V. E. echarme en caraen su atenta comunicacion 4 que contesto, que no vale que sea V. E. delegado de la Santa Sede, para mover mi Animo 4 obsequiar sus deseos de que no lleve adelante la suspension de ese cura? No quiero tocar esa cuestion de delegaciones de la Santa Sede ; porque, despues de todo, toda esa delegacion que se supone en los Reyes Catélicos, no pasa de ser una pura opinion © de jurisconsultos y canonistas , como lo confesé esplici- tamente el Sr. D. Carlos III al escribir en mil sete- cientos sesenta y cinco 4 la Audiencia de Santo Domin- go. Pero, Excmo. Sr.: ;podia yo hacer mas que lo que he hecho? ,No tengo dicho 4 V. E. que su mediacion hubiera valido mucho para mi, en el concepto de acor- dar otro plazo al cura N. N., para que meditara y pen- ‘sara, y saliera de su contumacia? Pues eso que podia hacer, lo hubiera hecho gustoso por V. E.; pero no po- dia hacer otra cosa (1). . (1). Por tres veces fue amonestado ese sacerdote, yendo tres comi- siones de presbiteros respetables: accedié 4 la tercera, en la cual se le conminé6 con las censuras eclesidsticas. Accedi6é 4 ir al Seminario,

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