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269 toy colocado, no es antitesis: son, al contrario, dos tésis, de las cuales resulta una tercera. Primera tésis: ~ el Obispo de la Habana persigue al sacerdote virtuoso y digno. Segunda tésis: el Obispo de la Habana protege al sacerdote indigno. Estas dos tésis, naturalmente, y en presencia de la razon, producen otra tésis, que yo diré con gusto, siquiera por tener la gloria del justo, aunque yo no lo sea, de acusarse 4 si mismo: luego yo. soy un Obispo indigno, amante de la injusticia y de la iniquidad; tirano, como lo son todos los que persiguen al virtuoso; inicuo, como los que protegen 4 los malos. Esta es la tésis que naturalmente se desprende de aquellas. Yo estoy cierto, y muy cierto, de que V. E., ni si- quiera de mil leguas, ha pensado en las consecuencias que se deducen de lo que V. E. me dice, de que yo per- sigo al bueno y premio al malo: pero al fin se me ha dicho; y por mucho que mi pobre y humilde persona se alegre al verse en el caso de tener que ofrecer 4 Dios esa pequeiiez de contradiccion, mi dignidad de Obispo encuentra en eso un ultraje: porque hasta hoy, exce- lentisimo sefior, tengo conciencia de que en materias de iglesia no me he doblegado 4 influencias huma—- nas, ni masculinas, ni femeninas; tengo conciencia de no haber dicho, ni una sola mala palabra 4 na— die, sin por eso haber dejado de reprender y corre— gir, como me manda el Seiior, al malo y al escanda— loso sobre todo, y sobre todo tengo la gloria de poder decir, con San Pablo, que 4 nadie he dafiado, 4 nadie he engafiado, y lade poder mandar abrir un juicio publico, solemne, universal en toda mi didcesis para que, si hay alguno 4 quien el antiguo P. Jacinto Maria Martinez y Saez, y hoy el Obispo de la Habana, no lo haya oido, 6 le haya dado una mala razon, 6 le haya faltado en algo, 6le haya seducido, 6 le haya
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