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do, pues no expresa la verdad de la conviccion que debe haber en la conciencia, en el sentido intimo del que habla. V. E. no puede desaprobar sino cosas de renta eclesidstica, y eso con mucha delicadeza, pues todo lo que atafie 4 la Iglesia es delicado. Faltame tratar del ultimo estremo de la comunica— cion de V. E. 4 que contesto, en cuyo examen deseo _ que sobresalga, mas que en ninguna de mis palabras, la mansedumbre de corazon. Dice V. E. que desea que me fije en /a antitesis que resulta entre la persecucion de un sacerdote virtuoso y digno, y la proteccion & otro indigno y vicioso. Yo quisiera que V. E. hubiese hecho esta antitesis en abstracto: pero, por mucho que mi co- razon ha buscado el medio, para ver si eso podia consi- derarse como una abstraccion absoluta, mi razon me dice que esa es una conclusion concreta, de la cual re- sulta, que hay sacerdote digno y virtuoso perseguido por un Obispo, y sacerdote indigno y vicioso protegido por el mismo Obispo. Dispénseme V. E. que tenga que decir 4 V. E. que esa no es una antitesis: antitesis es, por ejemplo, aque- lla en que V. E. quiere colocarse 4 si mismo en lo rela- tivo 4 las oposiciones 4 curatos, porque de una sola pre- misa se sacan dos consecuencias, negativa una y afir— mativa otra; cuales son que por cuanto el pais esta trastornado con la guerra, se ha quitado 4 las parro- quias una parte de las rentas, y se ha mandado suspen- der todo expediente de construccion y reparacion. de iglesias; y que no obstante que hay este trastorno , que hay cinco 6 seis parrdquias quemadas, y otras rodeadas de insurrectos, que no dejan salir 4 los curas 4 admi-— nistrar sacramentos, y otras interceptadas en sus co— municaciones con el Obispo, se quiera que haya oposi- ciones 4 curatos. Eso si es una verdadera antitesis de accion. Pero esa antitesis en que V. E, me dice que es-

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