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260 marlos por si mismo, pues los tiene V. E. en el Palacio de gobierno. Alli le consta 4 V. E. que el cura de N.-es un sacerdote sin ninguna humildad, sin ninguna obe- diencia, altanero, altivo, insubordinado, que se atreve & tenérselas con directores de administracion, y decirles que no les cree; con capitanes generales, sobre quienes pronuncia sentencias poco decorosas; un sacerdote que da lugar 4 que se haya tenido que reunir el Consejo de administracion para tratar sobre su rebeldia, y que tuviera por fin que ser llamado por el capitan gene- ral, y conminado con ser castigado. gPor qué no se toma V. E. la molestia de registrar los legajos de esa capitania general, en los cuales consta eso con de— talles? Por el expediente que diitonices se form6 consta evi- dentemente que el cura N. no tenia ya entonces las virtudes que se le adjudican: manifesté gran orgullo y no menor altaneria, y basta con esto para demostrar que no habia virtud en él, como no la hay en quien no sea humilde; porque la humildad es el cimiento de to- das las virtudes verdaderas, y quien diga otra cosa, ni sabe lo que es virtud, ni lo que es fieligton, cristiana, en la. cnal sa enseia que Dies resiste & ‘us altrvos y sober— bios, y da su gracia 4 los humildes. En confirmacion de esto, puedo decir 4 V. E. que yo tenia casi certeza de que en el cura N. habia una hipocresia criminal; pues he visto libelo infamatorio escrito contra mi, que contenia cosas que solo podia ha- ber suministrado el dicho cura, el mismo 4 quien todos sefialaban con el dedo como al compafiero de unos cuantos alzados de mi autoridad , begun se dice entre el mismo clero. Yo podia perdonar todo esto, y lo he perdanade’ y he querido hacer, como quien no ve ni oye; pero yo no’podia disimular en materia de tanta trascendencia

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