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259 al Papa. Obrando de ese modo, salen al momento cier— tas consecuencias desfavorables al Obispo, pues se en— trevé 4 lo menos que se duda de la legalidad de sus ac- tos y de sus decisiones, lo que en una materia tan deli- cada como esa puede llamarse incoacion de un cisma. Y, en efecto, ni aun escudandose una autoridad civil con el titulo de Patrono de las iglesias, podria evadirse del cargo que le resulta de levantar altar contra altar, autoridad contra autoridad, y derecho contra derecho; porque el Patrono, al serlo de la Iglesia, es el protector del Obispo, en quien esta la Iglesia en su didcesis, con’ tal que esté unido 4 su Cabeza, que es el Romano Pon- tifice. Desde luego diré 4 V. E. que entiende bien poco de lo que es virtud quien ha dado 4 V. E. esos informes, pues da al curade N. N. las virtudes de Séneca 6 de Ciceron,, que no pasan de ser virtudes cardinales. jGran virtud es, que el cura de una iglesia pague 4 los sacerdotes los honorarios de misas que le dan los fieles para eso! ; Pues solo faltaba que no lo hiciese! En el primer caso, no haria mas que cumplir toda justicia; — en el segundo, seria una injusticia. Estas virtudes las tienen todos, lo mismo el pagano que el cristiano, y esas son las que da el que informa 4 V, E. al cura N.N.; ni es extrafio que no se le haya ocurrido darle las que habia de tener, porque las virtudes que ha de tener un cura han de ser cardinales y teologales, las cuales cons- tituyen al hombre perfecto. Ese sugeto que ha infor— mado 4 V. E. ha inventado virtudes, donde solo hay apariencias de que pudiera haberlas, pues todo esta re— ducido 4 decir que el D. N. da misas. Y en realidad, V. E. no necesitaba de informes ex— trafios, cuando, ya que no ha bastado que el Obispo haya dicho de oficio 4 V. E. que ese sacerdote no podia con— tinuar por ahora en su administracion, podia V. E. to-
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