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Cuan peligroso sea eso, lo dejo 4 la alta consideracion de V. E., que tiene en su persona la autoridad superior politica, civil y militar de la Isla, y cuida con celo lau- dable, como debe hacerlo, de que no haya aqui mas que una cabeza, una autoridad, un jefe superior wnico, y de que nadie usurpe las prerogativas que son propias de esa autoridad. Bien sabe V. E. el por qué de su celo, ~ digno por cierto de todo elogio. Pues bien: tan altas y poderosas razones militan por que en esta parte de la Iglesia catélica, que se llama didcesis de la Habana, no haya mas que un Prelado, un jefe superior, un cabeza; pues, de haber dos, seria una parte separada del centro de unidad; y esa cabeza es el Obispo, y solo el Obispo. Por ultimo, Exemo. Sr., bien reciente es una reso- lucion del Gobierno supremo, en la cual dispone lo que debian hacer los vice-reales Patronos en punto 4 nom- bramientos de curas por el Obispo. Debo hacer presente que se empefié uno de los predecesores de V. E. en que habia de decirme,.al contestarme sobre los nombra- mientos de curas de que le avisaba, que aprobaba: no valié cuanto le hice presente, exponiendo, arguyendo, amonestando, y me vien el caso de tener que acudir al Gobierno supremo, exponiendo este proceder que no podia tolerarse, por cuanto era una novedad en los principios y una nueva atribucion del vice-real Patro— no, contraria 4 la libertad é independencia de la Iglesia: la real érden vino en mayo del aiio préximo pasado, y en ella decia la Reina que su vice-real Patrono no de- bia contestar en esos casos sino simplemente que que-. daba enterado. Y esto es lo que procedia en derecho: la Reina sabia muy.bien que ella no tenia mas poderes en las cosas pertenecientes 4 la Iglesia, que los que el Sumo Pontifi- ce habia dado 4 sus ascendientes, los cuales estaban de- tallados, y cireunscritos 4 Giextas materias, y nunca po- 16 >
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