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visible Jesucristo, y pretende quitarle la libertad 6 in— dependencia que recibié de El para ser gobernada por el Papa y los Obispos. Los Reyes y las potestades en- viadas por ellos nada tienen que ver en esto. Este muro de separacion de los poderes para aten— der cada cual 4 sus atribuciones y no introducirse donde no es llamado, existe desde que ha habido Reyes cris— tianos; bien sabe V. E. que aun en los dias en que los Emperadores romanos dispensaban mucha proteccion 4 la Iglesia, no le valid 4 uno de ellos ese titulo para poderse entrometer en gobernarla, porque le salié al frente un gran Obispo que supo decirle: Atras, Hmpe- rador: los castillos y los palacios son vuestros: las iglesias son nuestras. Y eso mismo digo yo en esta — ocasion, Exemo. Sr. A los Reyes pertenecia levantar catedrales 6 iglesias parroquiales, por cuanto el Sumo Pontifice les concedié los diezmos con esa condicion; pero 4 los Obispos pertenece el gobernarlas y el poner al-frente de ellas ministros fieles y doctos; .4 los Reyes pertenecia dotar estas iglesias y 4 estos ministros, pero al Obispo le pertenece el ver cémo viven esos ministros, cémo esta ese culto, y si se mezcla lo humano con lo - divino, lo profano con lo gagrado, lo meramente tem- poral con lo espiritual, para advertirlo y no permitirlo, aunque se empefien en lo contrario los Emperadores y los Reyes, pues 4 todos dira: A Dios lo de Dios: al César lo del César. En este concepto, Excmo. Sr., tengo el sentimiento de deber significar 4 V. E. que no puedo aceptar lo qué V. E. ha decretado respecto de trasladar 4un cura propio a otra iglesia 4 prestar servicios mas utiles, por Raber sido esta la practica de la Iglesia,y estar esto en mis atribuciones de Obispo, con tal, por tanto, que estas traslaciones no sean de iglesia de mayor categoria 4 a otra menor, pues esto indicaria castigo, 6 de otro