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238 A esto se reducen el espiritu y la letra de esas dos leyes que V. E. aduce: eso es lo que inicamente han podido hacer los Reyes de Espaiia; dar leyes sobre ren— tas eclesidsticas, sefialar los casos en. que el Erario puede, sin faltar 4 la justicia, suspender y aun negar el pago de las mismas, lo mismo que hizo V. E. no ha muchos dias con un sacerdote 4 quien yo nombré para una iglesia, y sobre el cual me dijo V. E. que no daba cuenta al Sr. Intendente. Pero, Exemo. Sr., en la Iglesia de Jesucristo eso es lo ultimo 4 que miran los ~ ministros: las rentas; porque lo que mas nos interesa es la legitimidad de los actos, la legalidad de la auto- ridad para que no haya cisma> la legitimidad de la mision, para que haya validez en las cosas espirituales. De las rentas poco caso hace el buen sacerdote; yo, aunque no soy tan bueno como deseo ser , ningun caso hago del dinero, gracias 4 Dios; y si las rentas no se me debiesen de justicia, y no las necesitase para lo que la Iglesia quiere que las tengamos los Obispos y los sacerdotes, que es para los pobres y las iglesias, créame V. E. que me importaria poco que me las diesen. Pero no es lo mismo respecto de la autoridad, que he recibido de Dios para gobernar mi iglesia y para castigar 4 quien se levante contra el poder que tengo de Dios, porque tengo que responder 4 Dios mismo; no es lo mismo respecto del vinculo que ha de haber entre Dios y entre nosotros todos, y por medio del cual tenemos que vivir unidos, como debemos vivir los ficles unidos a sus pastores, los pastores unidos 4 sus Obispos, los Obispos al Papa, el Papa 4 Cristo, y Cristo 4 su Padre. Y hay que desengaitarse, Exemo. Sr:: cualquiera que quiera entrar 4 gobernar la Iglesia no siendo llamado, como acabo de decirlo, ataca el principio de autoridad en general, destruye la unidad catdlica, rompe el lazo con que la Iglesia militante esta unida 4 su Cabeza in-

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