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15 atrevemos 4 decir que por algunos momentos, cuya duracion es conocida de Dios, ha de ser mayor, y los causantes de ella, embriagados con los vapores de sus propias congratulaciones, han de insultar 4 Cristo como 4 un ser difunto, y han de cefiir sus sienes con los lau- reles de su creida victoria. Pero nosotros os aseguramos, de parte de ese mismo Cristo que vive y reina en los .cielos, que todos esos triunfos han de ser disipados como el humo, y se han de convertir en ignominia para los malos. La persecucion filoséfica de la Iglesia catélica en nuestros dias, es un trasunto fiel en la mente de los ; perseguidores de aquella época, en la cual dos empera- dores romanos tomaron con tanto empefio la destruc- cion del cristianismo, que llegaron 4 sacrificar mil mar- tires por dia. |Qué decretos tan pomposos y altisonantes salieron entonces 4 luz! ;Qué edicto tan halagiiefio para los filésofos, para los hombres sensuales, para los ineré- dulos 6 iimpios publicé Diocleciano! Una vez borrada, decia, Ja supersticion cristiana , haganse fiestas, y b ofrézcanse sacrificios 4 todos los doses del imperio, ¥. entre tanto estaba muy préximo el dia de Constantino, y aquel en que el cristianismo, cuyos funerales se in- tentaba celebrar, iba 4 salir para siempre de las cata— cumpbas, laureado de triunfos sobre sus perseguidores, y diciendo con Moisés y todo su pueblo: Cantemos al Sefior, que ha sido glorificado, y ha precipitado en lo profundo del mar al caballo y al que lo cabalgaha (1). aY sabeis, nuestros muy amados hermanos 6 hijos, por qué os decimos esto con tanta seguridad, no obs— tante que el porvenir es tan solo del dominio de la in- teligencia de Dios? Porque tenemos Ja seguridad de la palabra de Cristo, la cual dura para siempre, y de la cual ha dicho él mismo: Los cielos y la tierra pasardn;. (1) E-xod., cap. xv, vers. 1.
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