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15 juntarse con los jornaleros en algunas partes, para ga- nar, manejando la pala y el azadon, el pan de cada dia: las esposas de Jesucristo, ante cuya virtud y heroismo se postran con reverencia los paganos y los infieles, son arrojadas de sus asilos, y ellas y los ministros de Dios se ven atraillados como seres innobles: los fieles, entre tanto, se ven espuestos 4 titubear en su fe, y la impie- dad levanta ufana su cerviz, como si ya pudiese cantar el himno de su victoria sobre las ruinas de la Iglesia catélica. . Ill. Esto, sin embargo, no ha de suceder, porque Jesucristo nos ha dicho que las potestades del infierno no prevaleceran contra‘la piedra que es el fundamento visible de la Iglesia, y por consiguiente ni contra la misma Iglesia que esta edificada sobre ella. Ademas, el resultado de idénticas persecuciones que han acompa- fado,4 esta misma Iglesia desde que empezé 4 existir, es una prueba irrefragable de que, asi como ha triunfa- do hasta hoy de todos sus enemigos, asi triunfara hasta la consumacion de los siglos. Nuestro divino Maestro, qué no quiso que sus Apéstoles ignorasen lo que les ha- bia de suceder en la tierra, declaré lo uno y lo otro, di- ciéndoles que en el mundo tendrian persecuciones de todo género, pero que saldrian victoriosos de todas (1). Aunque tenemos certeza de vuestra solidez en la profesion dela verdad revelada, os diremos cuales son estas persecuciones, repitiendo las palabras del mismo Jesucristo, pues deseamos que creais que, al oir nuestra voz, ois la del que habla por medio de su ministro. Des- | cribe el Sefior el primer género de persecucion, la cual viene de los. enemigos esteriores; y dice asi: Os han de _echar mano, y os perseguirdn, metiéndoos en carce- les y azotandoos por mi nombre (2). Y esta persecucion (1) Joan., cap. xvi, vers. 33. (2) Liic,, cap. xxi, vers. 12.
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