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14 adorable Redentor. ;Ay!. gQuién puede referir esto sin llorar? No ha bastado tratar de tirano al Padre de todos los fieles, de opresor de las inteligencias al que esta der- ramando la luz del Evangelio entre los hombres, y de usurpador de los derechos al que ha ensefiado los prin- cipios de justicia 4 los hombres y los esta sosteniendo entre las ruinas de las instituciones. Su sagrada perso na ha sido representada en figuras ridiculas y obscenas, y el sagrado principado ha sido pintado como un objeto de burla‘y de menosprecio. Asi tratan hoy algunos ca- télicos al que es el fandamento visible de la fe, el maes- tro de la verdad, el Obispo de los Obispos, y la piedra sobre la cual esta edificada la Iglesia. Por otra parte, los venerables sucesores de los Apés- toles no son mejor tratados en una gran parte de los pueblos catélicos: suscitanse contra ellos persecuciones continuas, y son llamados 4 tribunales seculares por defender la verdad revelada, la libertad de la Iglesia y ‘la santidad 6 integridad de sus sacramentos, y unos son condenados 4 destierro, otros estan encerrados en lébrega carcel, otros andan. fugitivos en tierras estra— Tias, y muchos se ven precisados 4 sostenerse con la ca- ridad, no teniendo mas pan que el de Ja tribulacion, ni bebiendo sino el agua de las lagrimas. Pocas veces se ha visto una guerra contra la Iglesia _ tan universal y tan variada, pero al propio tiempo tan traidora y tan uniforme en el objeto, que es el destruir- la avasallando, como la que estamos presenciando en estos tiempos. Los dogmas sagrados de la Religion, que son por su naturaleza inmutables é infalibles , han sido reducidos 4 opiniones por los sectarios del protestantis— mo, y 4inventos mitolégicos por los filésofos, siendo maltratados, desconocidos y aun negados piblicamente en las asambleas de las naciones: los templos son des~ pojados y profanados, los sacerdotes se ven-precisados 4

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