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e i ; 13 tal, y abre una herida tan grave 4 la Sociedad, que si Dios, en su misericordia, no’ levanta su brazo, se va 4 precipitar aquella en un estado de salvajismo, mas cruel y mas funesto que el que reiné en la tierra en algunos pueblos, antes que viniese el Hijo de Dios 4 esclarecer los mismos principios de justicia, de propiedad y de de- recho publico, cuyas nociones imprimié el Sefior 6 im- prime en cada uno de los hombres: nociones que se ha- bian olvidado entre los errores de la idolatria, y que - hoy dia se pretende oscurecer y adulterar entre las mil sectas del error de los herejes, y entre las teorias disol- ' ventes de los mismos que se apellidan hijos de la luz, no obstante que han despreciado la revelacion , hollado la Iglesia, conculcado su autoridad divina y erigido un apotedsis 4 la razon humana. Pero haciendo caso omiso de estos males sociales que nos amenazan, nos circunscribimos 4 hablaros sola— mente de la persecucion actual de la Iglesia, cuyo ca-— racter es muy especial, por ser casi universal y por ve- nir de sus propios hijos, si hijos podemos llamar a los parricidas que reniegan su procedencia y sujetan 4 su Padre 4 tratamientos inicuos, y lo despojan de sus ha— beres, abrevando de contumelias 4 los Hermanos de este mismo Padre, y 4 los mas honrados y distinguidos de su casa. El corazon del Vicario de Cristo se halla saturado de - abundantes aguas de amargura, la mas acerba que haya tenido jamaés, por esa guerra desapiadada que se ha declarado por todas partes contra la institucion di- vina de la Iglesia catélica. La prensa periédica, sentada ya en el paraje mas culminante de su libertad licencio- sa, esta vomitando blasfemias horribles contra la dig— nidad mas elevada que hay en la tierra; y al injuriar ‘al que es Vicario de Cristo, van 4 parar estos denuestos al mismo que lo constituyé6, al Hijo de Dios, nuestro

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