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- anormal; pero hoy dia sucede en el Occidente antiguo y en el nueyo como cosa muy normal. Pero entre tanto, porque 4 un cualquiera se le pone en las mientes decir que uno, que ni blande espada, ni enristra lanza, ni se sirve de magnilocuencias huecas, sino que llama al error error, y 4 la falsedad falsedad, es un acaparador de dinero ajeno, se le da crédito, se echa manoal hom- bre inerme, se le pone en prisiones, se alborota el mun- do y se le quita el honor propio de su caracter; y des— pues que se ha descubierto que lo dicho es una calum— nia, y quien lo dijo un calumniador, no hay una voz autorizada que diga: H/ inocente es aquel; el criminal, este. jMagnificos Cides andan hoy dia por el mundo! ;Magnificos tiempos nos ha traido la civilizacion mo- derna! Tiempos malos habran sido los pasados; pero la consideracion de los presentes nos hace decir, que pare- cen aquellos, descritos por Ovidio cuando canto 4 Astrea, es decir, 4 la Justicia, los nalguioates, 5versos s (Metha- morphos.) : Et Virgo cade madentes Ultima coelestium, terras Astrea reliquit. 6 como decia Séneca (i Octav.): Neglesta terras fugit, et m ee Hominum et Crit ya. Volvamos a la narracion: no parece sino que Dios queria que yo mismo entregase con mis propias manos cuantos documentos me pertenecian, los cuales eran la prueba mas irrefragable de que lo que se puso en cono- cimiento del Gobierno de la nacion desde la Habana, en octubre de 1869, era una pura invencion de ciertos es— piritus turbulentos, y faltos de justicia, de caridad y de toda virtud, quienes se apoderaron de instrumentos 4 a proposito para lograr sus intentos dafiades. cl a ele

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