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{ LXIV ) hombre mas extraordinario de su siglo y e.1 que descolló sobre todos los de su época. Basta leer las historias aun de los extrangeros, tales como Robertson, Voltaire y el moderno Prescot, para calificarle de esta ma– nera. Por los escritos de estos autores, así como por lo.s de Humboldt, Pral y otros, se considera á Hernan Cortés el primero del siglo que produjo á Cristóbal Colon , al Gran Capitan, al Rey Católico, á Carlos V, á Francisco I, Martin Lutero, Calvino, Vasco de Gama, los Pizarras, el D_uque de Alba y otra multitud de l,ombres grandes y no menos ilustres. He aqui porque consideramos, que si el autor del esc,rito que examinamos, hubiese estado mejor instruido en la historia, debia proponer que Hernan Cortés representase en el proyecto el primer papel y no limitarse á mentarlo, segun lo hemos dicho, como por incidencia y confundido entre otros personages de mucha menor , 1 alía.– .Con lo que llevamos expuesto, fácil es deducir que el nombre de PLAZA DE Los REYES CATÓLICOS asignado al proyecto D, lo consideramos pre– ferible á los que se atribuyeron á los proyectos A y B del mismo autor; pero no debe perderse de vista que en aquel reinado se estableció en los reinos de Castilla, bajo un pié terrible, el Tribunal de la InquISicion, cuyo primer fruto fué, en el propio reinado, la muerte bárbara de mi– llares de personas quemadas; que en el mismo se dieron las disposicio– nes mas desatinadas en puntos económicos, pues para fomentar el cul– tivo de la seda prohibieron aquellos Monarcas la plantacion de moreras: cosa que parecería iacreible , si no la viésemos consignada en !as Orde– nanzas de Granada; que los mismos reyes decretaron la expulsion de los Judíos de España, dando con esta cruel disposicion un golpe mortal al comercio español y reduciendo en menos de un siglo á ocho millones de habitantes los nueve que contaba la España antes de aquel decre– to {55). Y si á estos desaciertos, cuyo catálogo no nos fuera difícil au– mentar, se añade el de haber preparado Fernando el Católico la ruina de la nobleza y de las libertadas patrias , ¿ no nos sobrarán motivos para ( ñ5) En 1482 la España contaba nueve millones de bábitante:; y en menos de dos siglos quedó reducido este número á siete millones.

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