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CONDENADOS los arquitectos de Barcelona á luchar co11stanlemento ,eon las mezquinas prescripciones del positivismo; opl'imido su espíritu y abogado su genio por el sine qua non de los señores de obra, por el im– prescindible y sagrado dogma del SEIS POR CIENTO; anhelaban por el momento en que, ofreciéndoseles un ancho campo á su imaginacion y talento, pudiesen dar libre rienda á sus concepciones y demostrar .en ~Has el frúto de los profundos estudios que hicieran en su Noble Arte. Para llegar á este momento afortunado, era preciso esperar que en nues– tro suelo se reconociera, como en las Naciones cultas, que en la erec- eion de las obras públicas monumentales, á la par que en la .parte pe– cuniaria', debian contribuir con su talento todos los ciudadanos;, y en,e~– pecialidad los que se condecoran con el honroso título de artistas, á iji;i.. de que siendq la expresion de la masa de unos y otros , sirviesen aqll/l- 1\as de termó(llelro por el cual se midiese el grado de cultura de""''·º"''º ..•·· las habían erigido. Mucho costó que entre nosotros se admitiera B arc,elona tu,(ier;o!\\i/J!li'Iit (y;'r,' ,;\'Jt"'·'; >Y po¡:lante principio; asi es que los Arquitectos Jamenmr eo..el silendo la. especie de. baldon echado

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