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..... 74- tántísimos legos en la materia no se añadieron Cinco ó seis arquitectos, número insuficiente para falsear una votacion , pero bastante para ense~ ñar á los que no:sahen, es decir, para ha"Cer una buena obra de mise– ricordia? Dígase pues que la exclusion de los arquitectos del tribunal censorio no pudo tener otro fin que conseguir en las tinieblas de la igno– .rancia lo que á la luz de la ciencia hubiera sido imposible. CuARTO Y Ú~TIMO MOTIVO, Si es verdad que los arquitectos pueden hasta cierto punto conocerse mútuamente sus trabajos, no es exacto que esta cirGut1stancia hubiese podido inducirles a cometer una injusticia , porque como lo hemos dicho, en la parcialidad de su fallo , iba en– vuelto su descrédito. Nosotros creemos que se agregó este pretesto á los demás, porque hubo quien temió que los arquitectos distinguirian á la legua lo que era peculio de cada opositor de lo que era un servil plagio y mas aun de lo que era debido al pincel ageno ; es porque hubo censor que temió que los arquitectos le echarian en cara su coloreada mano de gato y que tendrían quizás la resolucion y energía de protestar de su presencia en el tribunal que iba á juzgar trabajos en que babia tomado una buena parte; es en fin, porque se tenia por sabido que los arqui– teétos no se dejarían engañar por. una pintura de buen efecto, ni por una mala decoracion de teatro, como desgraciadamente les sucedió á los buenos compañeros del censor á quien aludimos, Estos y solo estos fue– ron los verdadero, motivos que mal aconsejaron á la Municipalidad en la eleccion de unos jueces que en su profesion respectiva ocuparán sin du. da un digno lugar, pero que puestos en el empeño de censurar las obras de arquitectura del último concurso, si su fallo hubiese sidó justo, mas que á sus conocimientos en la materiá, hubiérase debido á la ciega ca– sualidad. En otro artículo proLarémos la falta de idoneidad de aquellos jueces para el desempeño de un encargo que no debian de haber admitido. · Los mismos.