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- 73 - dentes en Barcelona, no eran opositores? Y dado caso que alguno de los nombrados para la censura hubiese sido o.positor ¿ no podia resignar este cargo, alegando ocupacion , falta _de salud .. insuficiencia ó amistad con alguno de los concurrentes? Era algun mal. que el señor Corregi– dor, por ejemplo, hubiese sabido que Pedro, Juan ó .Diego eran .•oposi– tores, con tal que no hubiese visto sus trabajos, con tal que no hubiese tenido que ser juez del concurso? Se ve pues que el primer.motivo ale– gado , no fué mas que un especioso pretexto para excluir á .los únicos que podían h_aher juzgado con pleno conocimiento de c.ausa. SEGUNDO MOTIVO. Se ha temido ql\e la amistad ó compañerismo abogasen á favor de determinados pro¡ectos y no se ha tenido presente que estos proyectos eran anónimos, y sobre todo que era poco menos que imposible que un mismo opositor pudiese tener influjo sobre la mayoría de arquitectos que hubiesen compuesto el tribunal de censura. Y debía esperarse semejante influjo, cuando en su fallo _razonado debia ir envuel– ta la crítica de su inteligencia en el arte de edificar? Es creíble que por favorecerá un compañero hubiesen querido .los jueces _caer .en de_scrMi 7 to? Hubiera. s_ido suficiente descargo para ellós ,. deci,r luego com9 otro~; » conocemos que se a_masó. un :past_eJ., ~onfesar,nQ~ ;q_u~J~im,~sjrJp~~Ji;~~t~-. mente sorprendidos?» Luegp ,. si se excluyeron fl\s, acgujtectl\~Je,J,a,~~-1\' sura , fué sin dud~ porqu~ se temió que verían muy clar,p ,J~.,que,,n,ifü quiera acertó á .vislumbrar. un fdbunalnm11erow,, p~rojco\Dp)eta¡n~qt~ lego en sus cuatro quintas partes. TERCER MOTIVO. Las razones ·que acabamos d.e _dar_ pai:a poner de manifiesto lo especioso del motivo anterior ;·sirven tambieil para. refutar. el presente. Asi á lo dicho solo añadirémos estas tres re/]exiones. ¿ Por~ qué se temió la enemistad y la envidia de unos arquitectos c~n otro.,, ( enemistad y envidia que sea dicho de paso es patrimonio de todas_ las profesiones) y se fué á buscar la enemistad y la envidia tan sabidas de los ingenieros civiles con los arquitectos? ¿ Porqué no se temió el incali– ficable desacuerdo que existe entre los pintores, escultores y arquitectos de esta ciudad , desacuerdo no fomentado ciertamente por estos últimos? Y si verdaderamente se temía alguna injusticia por parte de los juec~s arquitectos, temor para nosotros desnudo de fundamento,, porque á

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