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- 26 -- siguen siempre de cerc• los ritmos armoniosos de la poética , los pre– ceptos severos de la filosofía. ~~\~,~ "\ %~%,~ 11~~~"1~% ~lo~ 11~~~~"~"º « La arquitectura y el or>iato de la Plaza con sus p6rticos serán de 6r– de_n moderno. antiguo, baroco, fantástico ,· etc., correspondiente todo á las reglas del que se establezca. » « Las puertas, ventanas y balcones seguirán el mismo órden. >> Si lo breve del tiempo y ~I temor de extender demasiado esta memo– ria, no detuviesen ~uestra plum_a. pfobaríamos con I'azones para n9s0~ - tros muy sólidas. que el género ele arquitectura mas propio para la nue– va .Plaza es si~ duda _.el greco-romano. Pisaríamos en revista los tipos greco, etrusco, romano, bizantino, ogival, del renacimiento y greco– romano indicado, y examinando las bellezas de cada uno, las dificulta– des de su ejecucion, y el coste á que conducen , y atendiendo sobre todo á la filosofía de -su adopcion , iríamos á parar á la conclusion incontes– table: de que solo el último de los tipos era aplicable á la nueva Plaza. El tipo grecocromano por ser el mas generalizado en Europa desde prin– cipios de este siglo, por su sencillez suma , por la armonía de sos pro– porciones. por el gracioso perfil de sos molduras, por la magestad de sus arcadas é intercolunios, por. la facilidad y economía de su egecu– cion, <lebe en nuestro concepto merecer la preferencia sobre los demás en el caso que nos ocupa, y. por esto lo hemos adoptado en nuestro pensamiento. No es esto decir, que despreciemos los demás tipos men– cionados, y en especialidad el llamado modernamente del Renacimiento: uada de esto. Si la economía de la obra no nos hubiese guiado, si el_ deseo de facilitar la venta á un precio regular de los solares enagena: bles, no nos .hubiese inducido á evitar los adornos peculiares al último

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